Comienza siempre con Bart en clase escribiendo una frase en la pizarra a modo de castigo (en cada capítulo es un chiste diferente). Aloma juega con la ventaja de la naturalidad de una persona que es capaz de pasear por el Barrio Latino donde Gainsbourg compraba gitanes con la misma mirada que sufre los recuerdos de la escasez demográfica y emocional de un pueblo de Teruel.