Fue nombrar a Shaqiri y Xhaka en la alineación de Suiza y bramar la afición serbia que estaba en las gradas del 974. La herida sigue abierta, la de la celebración en Kaliningrado de los dos goleadores suizos en el 2-1 que derrotó a Serbia en Rusia y sacó de sus casillas a Putin, la del águila de las dos cabezas, bandera del nacionalismo albanés.