Venimos a hablarte, aprovechando esta excusa, de las camisetas del pasado, esas que se llevaban durante varios años porque todavía no importaba en la industria del balompié cuántas se vendían ni existía la urgencia por cambiarlas cada año para regenerar la necesidad de adquirirla en sus aficionados. En la pista y en la tierra, lo que prefieren los reclusos es la acción. «A un chico muy alto y con un 50 de pie tuvimos que conseguirle unas zapatillas», recuerda Rullán.