“Al frente del hotel hay una escuela primaria, coño”, “saquen a todos los niños de allí”… Y en medio de eso, los gritos, el pánico y el llanto, la incertidumbre de no saber qué pasa, de no comprender aún por qué todos corren por las escaleras oscuras hacia la calle y se encuentran en Prado a los niños llenos de polvo, heridos algunos.